Publicado en: 19/08/2023 Cristina Girardo Comentarios: 0

“Sufrir un proceso es casi perderlo” (F. Kafka, El Proceso)

 

Benjamin Balint es investigador de archivos en el Van Leer Institute de Jerusalén. Ha escrito para The Wall Street Journal, The Weekly Standard y Die Zeit, y sus traducciones del hebreo han aparecido en el New Yorker.

Mucho se ha escrito sobre el genio literario de Franz Kafka, pero aún poco sobre el destino kafkiano de sus propios manuscritos. Precisamente con esta reseña, cuyo objetivo es proponerles a los seguidores de (En)Tropí@ su lectura, pretendo referenciar un libro interesante y curioso que relata un hecho inaudito. Su autor, Benjamin Balint (1976), después de una minuciosa investigación describe y analiza de manera pormenorizada el juicio y la sentencia llevados a cabo para determinar el legado de los manuscritos y derechos póstumos de la obra de Kafka.

El último proceso de Kafka. El juicio de un legado literario, cuyo título original es Kafka´s Last Trial: The Case of Literay Legacy, se publicó en el año 2018 y fue traducido al castellano por Joan Andreano Weyland en 2019, editado por Ariel. Trata sobre un hecho muy reciente que parece extraído de una de las obras cumbres de Franz Kafka y revela lo absurdo, engorroso e intrincado que puede resultar un proceso judicial.

Kafka nació en Praga, hoy República Checa, que antes formaba parte del imperio austrohúngaro. De origen judío, escribió toda su obra en lengua alemana. Es ya conocido que Max Brod (1884-1968) fue su amigo más cercano y quien recibió del mismo Franz la orden de quemar sus escritos inéditos, orden que desobedeció, gracias a lo cual es posible hoy leerlos y disfrutarlos. Fue el padre de Kafka quién le otorgó vía testamento todo el legado de la obra de su hijo.

Por cuestiones políticas, y ante la invasión de los nazis, Max Brod tuvo que exiliarse en Israel, lo que entonces se conocía como Mandato Británico de Palestina, suerte que corrieron muchos otros judíos. Entre ellos los miembros de la familia Hoffe, quienes se convirtieron luego en sus amigos más allegados, al punto que Esther Hoffe terminó siendo su secretaria y más tarde heredera y guardiana de todos sus manuscritos. Brod decidió legárselos, con la indicación de que debían guardarse en cajas fuertes de Zurich y Tel Aviv. Sin embargo, después de la muerte de Brod, ocurrida en 1968, Esther puso a la venta en Sotheby’s el manuscrito original de El proceso, causando escándalo y pavor en el mundo académico ante la posibilidad de que terminara en manos de algún caprichoso coleccionista. Finalmente, éste recaló en la Universidad de Marbach, Alemania. Con la muerte de Esther, la depositaria y heredera de los manuscritos fue Eva Hoffe, su hija.

Precisamente el libro de Benjamin Balint narra el juicio del gobierno de Israel contra Esther Hoffe y posteriormente contra su hija Eva, que estuvo signado por marchas y contramarchas.

Noventa y dos años después de la muerte de Kafka, en el Tribunal Supremo de Israel ubicado en la calle Shaarei Mishpat 1, Jerusalén, el 27 de junio de 2016, se emitía una sentencia definitiva declarando que los manuscritos de Kafka pertenecían y quedarían bajo la custodia de la Biblioteca Nacional de Israel, en Jerusalén.

El libro de Balint resulta atractivo, ameno y lleno de información verídica, sustentada en entrevistas que realizara a Eva Hoffe, de 82 años, caratulada por la prensa como “la anciana de los gatos”. Ella, evidentemente, influyó en sus juicios de valor. Balint la apoya asertivamente y aprueba el alegato de su defensa durante el juicio. Por otra parte, lo valioso del libro es que plantea una serie de problemas aún no resueltos por la justicia sobre el legado de los manuscritos de poetas y escritores.

A la hora de otorgar la protección de manuscritos o los derechos de una obra, ¿es el terruño, la patria o la lengua lo que decide su destino final? Esta cuestión se replicó en Argentina con la obra de Borges y los derechos de los herederos de María Kodama. También Rusia y Ucrania fueron protagonistas de la disputa por la obra de Gogol.

Lo curioso en el caso del legado kafkiano es que parece remedar el interminable laberinto burocrático contenido en su obra. ¿A quién debería pertenecer la herencia del escritor checo? ¿Le corresponde al estado de Israel por ser Kafka judío? ¿O al Archivo de Literatura Alemana de Marbach, por ser el alemán la lengua en la que escribía?

Como una suerte de destino, la obra de uno de los autores más influyentes del siglo veinte, que indaga en las angustias y desconciertos del ser humano ante el mundo moderno, ha atravesado un camino de traiciones, desvíos y apropiaciones.

En una declaración posterior al proceso, Eva Hoffe declaró que sentía como si la hubiesen violado. Su pensamiento entonces fue tal vez que lo mejor para ella, después de todo, hubiera sido cumplir la voluntad de Kafka, y haber quemado la totalidad de sus cartas, escritos y papeles.

 

Autor:
Cristina Girardo

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