Querido Roberto
“Cuando se tiene algo que decir se escribe en cualquier parte”, sostenés transcurridas las primeras líneas de tu Prólogo a “Los Lanzallamas” y a través de esta carta respondo al estímulo de tu sugerencia a la vez que a mis ansias de hacerlo. Para ello me resulta natural y atinado aprovechar tu extraordinaria capacidad de transponer límites, el del tiempo entre otros. Me permite compartir la satisfacción de corroborar que tu obra literaria no padece corrección ni modificación alguna.
Cómo ignorar, menos aún transgredir tus “No, no y no”. Inscriptos en la férrea convicción de quien defiende lo que ha de trascenderlo.
“El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo, crearemos nuestra literatura…” Y empalmaste con la alquimia de tu innovador estilo, dos vías de escritura que frías y paralelas corrían irreconciliables, desencontradas.
Con qué febril perturbación transitaba tu vida por ambas hasta ese momento. Te era imposible abstraerte de la atracción que ejercía una de ellas, por la que te deslizabas emocionado en compañía de los grandes maestros de las letras. Novelistas, autores de historietas, ninguno te era inapropiado, si tenía algo que narrarte a través de un papel escrito.
Con la misma inquietud de lector voraz, consumías y te auto consumía, todo lo legible que tenías a mano… ciencia, folletos, libros de historia, manuales, noticias …. Nada aplacaba tu avidez jamás satisfecha.
Considero, era el recorrido del otro riel, el que te fascinaba, el de la ignominiosa realidad político-social. Trayectoria mortificadora e imprescindible, que atravesabas con las sienes palpitantes, vivenciándola como lo más propio.
Tu arraigada pertenencia a las indeseadas clases humildes y populares, confluyó con tu aguda susceptibilidad para que, leyendo sus existencias como ningún otro, las volcaras en una narrativa histórico-ficcional magnífica. Desde una mirada analítica y descriptiva irónica plasmaste una Denuncia. Denuncia formulada en un lenguaje compartido con aquellos a quienes pretendés despabilar. Tus párrafos golpean, embelesan, sacuden… siempre conmocionan.
Tu genial aleación, fue producto de tu empeño por sustraer de la ceguera e impotencia a tus compañeros de las clases populares, tan próximos en sufrimiento como distantes en lucidez.
A propósito de esto, me gustaría que tomáramos un café y aprovechando ese clima más íntimo preguntarte sobre la admiración por el esplendoroso mundo y los acaudalados señores que lo integran. Deslumbramiento que invade a Remo en ocasiones en las que reverencia el círculo que lo expulsa y denigra.
¿Será que cuando la angustia desborda arrasa con el razonamiento? … ¿Será que en el caso de Remo pareciera emerger, en carácter de necesidad de reconocimiento como persona sufriente y apta, desde su aplastante vivencia como objeto desechable?
¿Y el Astrólogo? Te imaginas su fascinación ante la hoy apabullante dependencia a las redes sociales y el devastador efecto que producen en los lazos humanos el bombardeo de noticias plagadas de Fake News; ¡¡Él, que anticipaba certeramente el imprescindible control de la comunicación – tan acotada entonces en medios – para subordinar multitudes!!
¿Y vos Roberto? En alocada carrera por llegar a tu meta no percibiste deslumbrado por los flashes de tu aptitud visionaria, que la habías traspasado, en lo que te concernía transmitir. Sus efectos acontecen a destiempo, el mismo que signo tu vida. La ardiente presión y el arrollador empuje de tu fuego interior eclosionó tan extemporáneo como viviste, sólo que opuestamente a tu celeridad su luz se esparce con exasperante lentitud.
Aún sigue atravesando barreras con las que tratan de detenerla y filtrándose a través de cortinas con las que pretenden extinguirla. Algo de la claridad que porta tu denuncia se difunde en el devenir de las clases populares cada vez más mayoritarias.
Por eso te escribo querido Roberto, para procurarnos un poco de sosiego a través de estas líneas.
Tu amiga (otra loca más)
Autor: Nancy Botta