– «¿Usted sabe cómo se suicida un argentino? Se sube arriba de su ego y se tira para abajo». El Papa Francisco en una entrevista de Televisa México
– Que bueno desayunar en esta terraza con el solcito de la mañana. Tuvimos suerte en la elección del hotel, si bien está lejos del centro es mas cómodo para moverse con el auto. Las habitaciones son grandes, agradables, luminosas y con una gran vista al verde parque que tenemos enfrente.
– Querés que te traiga otra taza de café. Yo voy a buscar una para mí y también otras medialunas o croissant –no sé como les dicen aquí– que están buenísimas.
– Parece que Susana y Daniel se han quedado dormidos.
– ¡Como siempre!
– Bueno, en estos viajes compartidos tenemos que tratar de ser tolerantes con los estilos de cada uno.
– Si, tenés razón. Pero a veces me resulta difícil especialmente con Susana que suele sacarme de las casillas cuando se hace la que sabe todo y habla como dando cátedra.
– Justo ahí viene y tiene una cara de no haber pasado una buena noche.
– ¡Como siempre! Casi nunca esta de buen humor cuando recién se levanta.
– Buenos días, arquitecta.
– Hola Mauro. Que vistosa te queda esa remera Paulita !
– ¿Te parece? Bueno me voy a servir un café.
– No preferís un capuchino, es lo que aquí se acostumbra en la mañana. Te acompaño, he visto unos biscottis toscanos que me tentaron.
– ¿Y Daniel?
– Ya debe estar por venir. Estuvo mas temprano en el Spa, se duchó y estaba terminando de cambiarse.
– ¡Eh!! Aquí estamos.
– ¿Como le va al ingeniero madrugador? Tendrías que hacer un poco de ejercicio en el gimnasio, tiene un montón de aparatos. No te enganchás?
– Mirá, con lo que pienso que vamos a recorrer caminando creo que me va a sobrar actividad física.
– ¿Y las chicas?
– Recorriendo las mesas del buffet para mirar, probar y criticar todo lo que puedan.
– Voy para allá, necesito urgente un jugo de naranjas, un café con leche y unas medialunas saladas como las de la confitería de la esquina de la empresa.
– No me jodas, estamos en Italia. ¿No tenés ganas de probar cosas diferentes?
– Ya me conocés, no hace falta que te explique.
– Milanoguida (español) “…Milanoguida te acompaña a descubrir la obra de Leonor Fini, polifacética artista italo-argentina exponente de la vanguardia surrealista. La muestra en el Palacio Real recoge mas de cien obras que documentan la originalidad de una artista capaz de afirmar la propia identidad libre de esquemas y convenciones.”
– ¿Alguien sabe quién es Leonor Fini, ésta mujer argentina consagrada en Italia?
– No empieces a compartir en voz alta algunas noticias locales, como siempre lo hacés cuando desayunamos en casa. Sí, la hemos visto hace tiempo en el taller, creo que dentro del surrealismo al que nunca integró formalmente. Era de Buenos Aires pero se vino a Italia de muy pequeña. Una mujer rebelde, una artista visionaria y adelantada a su tiempo. Recuerdo haber visto algunas de sus pinturas en internet, me pareció muy interesante.
– ¡Vamos Argentina! Siempre tenemos alguien que se destaque en el mundo en lo deportivo, en la literatura, en las ciencias, en el arte …
– Apareció el Dani futbolero, me vuelve loca cada vez que se concentra en los canales de deportes especialmente si juegan argentinos, es como si el resto no existiera. También conozco arquitectos destacados en Europa.
– ¿Bueno Su, cual sería el programa que tenés pensado para hoy?
– Les propongo ir al centro histórico, sentarnos a tomar un café en alguna terraza en la Plaza del Duomo, y después decidimos, hay un montón de lugares interesantes para visitar. Todos cercanos como para ir caminando.
– Somos privilegiados en tener una arquitecta como cicerone, seguramente mejor que las habituales guías turísticas.
– ¡No me jodas Mauro! También está Paula que conoce de pintura y escultura tanto como yo.
– Daniel, te parece que vayamos a la recepción para averiguar como conviene ir hasta el centro histórico mientras las mujeres terminan de organizarse.
– Dale, vamos. Preguntémosle al flaco medio rubión que sabe español.
– ¿Buenos días, habla español?
– Buenos días señor. Sí, ¿en que puedo ayudarlos?
– Queremos ir al centro histórico. Tenemos auto. ¿Cómo hacemos para llegar?
– No les conviene ir con el auto. El hotel tiene un servicio de Transfer sin cargo hasta la estación del Metro mas cercana. En este folleto están los horarios de ida y de regreso.
– ¿Está muy lejos el Metro?
– A unos quince minutos, en San Siro, a la entrada del estadio de futbol.
– Escuchaste Mauro, vamos a poder conocer el famoso estadio de Milán. Donde Argentina jugó su primer partido en el mundial 1990.
– Sí, con Camerún – mientras ordena unos papeles comenta el recepcionista
– ¡Eh! Me da la impresión que te acordás bien del resultado, perdimos uno a cero – mirándolo fijo apunta Daniel – Fue terrible. Yo tampoco me olvido del partido con Italia en Napoles y de aquellas palabras que todavía resuenan “…siamo fuori della copa…”
– Questo è il famosísimo estadio San Siro. La boca della Metropolitana está allí a 100 metri. El trasfer para aquí per il ritorno. Ultimo viaggio alla 11 p.m. Buona giornata.
– ¡Por fin bajamos! Este tipo no paraba de hablar, me dejó aturdida con sus comentarios de guía amateur en esa mezcla de italiano español – rezonga Paula
– Miren, es impresionante verlo desde cerca. Aunque desde ya les digo que el Monumental de River es mucho mas grande – mientras intentaba sacar una foto en la que aparezca el estadio completo Daniel
– Susana, vos entendiste que quiso decir con eso de la ilusión óptica del estadio?
– Sí. Ven esas torres a los costados, son escaleras en forma de caracol para acceder a las tribunas, cuando la gente sube o baja parece que toda la estructura estuviera girando sobre su eje. A la salida de los partidos se produce un efecto visual espectacular cuando todas giran al mismo tiempo.
– Guau, ya decía que no hay quien que nos explique mejor que vos.
– ¿Nos vamos a quedar toda la mañana acá? Creo que de futbol ya tenemos bastante por hoy.
– Milanoguida (español) “…Una de las zonas más animadas de Milán es el barrio de Navigli. Su nombre se debe a los característicos canales que lo atraviesan. Se trata de una obra de ingeniería acuática que tiene su origen en la Edad Media y se extendía hasta el lago de Como. Hoy con sus bares, restaurantes, boutiques de diseño y librerías que llenan ambas orillas de los canales constituyen el principal centro de la vida bohemia y nocturna de la ciudad…”
– Mauro, estás proponiendo que cenemos en ese lugar – dice Susana mientras busca, revuelve su cartera para encontrar los anteojos.
– Bueno, sí, no solo me tientan los restaurantes y bares de vino sino que además me entusiasma conocer esos canales que en parte fueron diseñados por Leonardo Da Vinci.
– Parece muy buena idea. Ya estoy cansado de recorrer las grandezas arquitectónicas comentadas por mi compañera. Tengo ganas de sentarme a probar los tan mentados vinos italianos.
– Yo también me engancho en comer algo y saborear un vinito. En el cumple de Jimena había Chianti, ¿te acordás Su? Pero a mi me gusta mas el malbec.
– Aquí, en esta mesa afuera – ocupando una silla sin esperar respuesta Susana – No les parece que la noche está esplendida, y que a pesar de la cantidad de gente, en momentos se puede escuchar el murmullo del agua en el canal.
– ¡Dale! Espero que mas tarde no te dé frío y nos tengamos que cambiar.
– Bueno, ahora que estamos todos acomodados les quería proponer que siendo la primera noche de nuestro viaje elijamos un muy buen vino para festejar el comienzo – mientras levanta el brazo buscando alguien que le alcance una carta de vinos dice Mauro parándose al fin para llamar la atención.
– No te desesperes, ahí viene el mozo con los menúes. Si fuera argentino seguramente te habría leído el pensamiento hace rato, son sin duda los mejores – señala Daniel.
– Buonasera benvenuti al Ristorante di Don Carlo.
– Que buena la panera y los platitos de recepción que nos ha dejado, serio y eficiente – mientras se apura en probar todo comenta Paula.
– Sí, pero demasiado tranquilo para mi gusto.
– Miren, los vinos italianos mas afamados son los que provienen de una uva que se llama nebbiolo, se cultiva en los valles del Piemonte. El Barolo de mas cuerpo y el Barbaresco un poco mas ligero y sutil.
– El ingeniero parece todo un erudito – sonríe Daniel – ¿y que pedimos?
– Mas o menos. La lista de vinos es complicadisima, un laberinto de marcas, bodegas y añadas de las cuales no tengo idea. Me gustaría pedir un Barolo pero no se cual.
– Dale, confiamos en tu elección – dice Daniel buscando con la mirada el visto bueno de las mujeres – ¡Dale!
– Mozo, por favor nos traería un Elvio Cogno Barolo Bricco Pernice 2017 – pide Mauro despues de haber leído y releído la lista varias veces.
– ¡Quénombre! Los vinos argentinos son menos pretenciosos – exclama Paula tratando de dilucidar que va a elegir para comer.
– Hum, 2017, de más de seis años, ¿estará bueno? – duda Daniel
– Estos vinos necesitan mucho añejamiento. Requieren tiempo para suavizar los taninos.
– Ahí viene el vino.
– Ecco l’ordine – dice el mozo mostrando la etiqueta de la botella y luego de descorcharla se retiró en seguida.
– Vamos Mauro, probalo primero, no nos hagas esperar – apura Daniel ansioso.
– Bueno, el corcho se ve bien. Su color es brillante – dice mirando la copa mientras la agita para apreciar sus aromas – Pero, no me gusta para nada como huele – toma un trago y .. – ¡este vino está picado! ¡No puede ser!
– ¡Cómo que está picado! Por eso dejó la botella y no esperó a que lo probaramos – exclama Daniel exaltado
– Sí, en Argentina esto no pasa. El mozo te sirve un poco y no se va hasta que le dicen que esta correcto – retruca Paula furiosa.
– Esperen, tranquilos, le vamos a pedir que nos traiga otra botella y que espere hasta que le demos el ok – ¡Mozo! Mire el vino no está bueno, por favor podría traer otra botella.
– Sin decir una palabra el mozo tomó la botella, la puso sobre la bandeja y se la llevó.
– Al rato volvió con la misma botella sobre la bandeja, la puso sobre la mesa y antes de irse dijo: – Il patrone dice que il vino está buono.
– En un primer instante de silencio cuatro miradas de asombro y furia contenida se cruzaron sobre la mesa.
– Nos quieren tomar por idiotas, le voy a llevar la botella al “patrone” para que se la tome de un trago – tirando la silla para atrás exclama Daniel indignado.
– Mejor nos levantamos y vamos a otro lugar que nos atiendan mejor – dice Susana.
– No puede ser que nos traten así – con voz altanera protesta Paula.
– Estan en pedo si piensan que vamos a pagarles algo – haciendo un gesto de arrojar la copa llena que había quedado en la mesa increpa exaltado Mauro.
– Un momento despues, cuando ya las mujeres se habían levantado enojadas para irse..
– ¡Esperen! He vuelto a probar el vino y está excelente – alborota Mauro con la copa en la mano crispada. No sé que pasó pero ahora está muy bueno…
– Daniel, no nos había dicho ese somelier amigo tuyo que a los vinos con mucho añejamiento hay que dejarlos oxigenar un rato antes de probarlos – recuerda Susana. Mientras se deleita con el Barolo en su copa.

Autor:
Eduardo Lowcewicz
