Publicado en: 13/07/2025 Sofía Masnatta Comentarios: 0

“¿Qué tonterías son ésas sobre la virtud y el vicio?

El mal me empuja y la reforma del mal me empuja, no me altero,

Mi porte no es del criticón ni el del que todo lo rechaza,

Humedezco las raíces de todo lo que crece” Walt Whitman. Canto a mí mismo.

 

– ¡Por fin se te dio flaco!  -se arrodilla frente a Jesús, sube y baja los brazos extendidos en señal de reverencia Piojo-

-No seas payaso, ni me registra, sólo me necesita- -da vueltas por el escritorio, coloca carpetas y libros dentro de una mochila Jesús-

– ¿Cómo hiciste? Nada que ver con vos, es una careta, te mira desde arriba como una reina –camina echando hombros hacia atrás y el mentón hacia arriba Piojo- ¿Viste las pilchas que usa? La guita debe tener

-Por eso, cero expectativas amigo –niega con cabeza, corrige la alineación de sus lentes, cierra la mochila Jesús –vamos a estudiar, nada más

-Si no fueras tan nerd…-toma de la biblioteca un libro al azar, arrebata los anteojos de Jesús y simula leer Piojo- alguna oportunidad tendrías, ¡aflojá! Un poco de joda no te vendría mal

-Si es por eso ella anda siempre con libros, es muy inteligente y estudiosa –sale del departamento y se dirige al ascensor Jesús- no quiero llegar tarde amigo

– ¡Una intelectual, un alma gemela, ¡andá! te gusta porque es linda, aunque… poco por aquí y nada por allá –señala pechos y trasero Piojo-

– ¿Qué va a venir quién? –renueva el alpiste, cambia el agua, limpia la bandeja llena de mierda Irene- mis hijitos con plumas, acá está mamita para cuidarlos –frunce los labios, tira besitos hacia las jaulas-

-Un compañero de la Facu mamá, nadie de importancia –quitas las hojas muertas de potus y calas, remueve la tierra, echa agua en las macetas Magdalena-

– ¿Y si se entera don Mario? Podría pensar que…-yergue la cabeza, clava en sus ojos la mirada Irene-

– ¿Cómo podría enterarse? Siempre me espera en el auto ¡a menos que vos le fueras con el cuento! –frunce el entrecejo, arroja regadera, pala y basura contra la pared Magdalena- ¡No es mi dueño!

– No, pero dependemos de él –masculla, baja la cabeza, levanta las herramientas, las coloca en su sitio, barre Irene-

-Las cosas cambiarán pronto mamá. Ésta es la última materia, cuando me reciba ¡si non ti vedo piú, felice morte Mario –da saltitos en puntas de pie y bate los brazos como alas Magdalena- La jaula se abrirá de par en par y no me quedaré como tus serviles pajarracos felices en su encierro

– ¿Es ésta la dirección? –pregunta a un vecino, mira alternativamente la gotita roja del google maps y el número escrito con fibra en el tapial, aprieta con fuerza el timbre desvencijado, Jesús-

-Llegaste más temprano, habíamos quedado a las 8, ¿no? –sacude la cabeza y recoge con una mano el cabello aún mojado – Pero no hay problema, pasá –se adelanta y camina por el largo pasillo, abre la puerta de latón que da al jardín Magdalena-

-Éste es mi jardín, estos los papagayos de mamá, éstas mis plantas, ésta mi casa –estira su brazo derecho como presentador teatral- -y ésta es mi mamá, parece mi hermana, ¿no? –

-Y éste mi reducto- -pasa sus dedos suavemente por el escritorio, por estantes abarrotados de piedras, cuencos, estatuas de Buda, ángeles, estampitas de santos, mándalas, hace sonar atrapa soles musicales Magdalena-

-Podés sentarte ahí-  -señala una silla repleta de apuntes, los quita, le ofrece un almohadón, se sienta en posición de loto sobre otra, despliega y acomoda fotocopias Magdalena- Voy a preparar mate, ¿vas a querer?

-Sí, claro- -echa un vistazo a los planetas pintados en las paredes y en el cielo raso, repara en una figura fantasmagórica que parece volar entre ellos, fija sus ojos en un crucifijo sin Cristo y suspira Jesús-

8.30 Mensaje de WhatsApp

-Cuando te cuente no lo vas a creer Piojo – nada es lo que parece -teclea con rapidez, ladea la cabeza hacia la cocina, vuelve la mirada al celular- Jamás lo hubiera pensado, ya te contaré.

8.35

-Cuando quieras empezamos- -ofrece un mate, vuelve a sentarse, sacude a un lado y otro su larga cabellera Magdalena-

-Dale- -saca el material de la mochila, abre uno de los libros, comienza a leer en voz alta Jesús-

-Es muy importante para mí aprobar esta materia, no podemos distraernos con otras cosas, se me va la vida ¿entendés? -sorbe la bombilla, echa una mirada inquietante Magdalena-

-También para mí, mis viejos ya están preparando la fiesta de graduación, me cortan el chorro si no me recibo- ¿Querés leer vos Magda? ¿Puedo llamarte así? Te noto algo distraída

-Sí, claro. Nunca me gustó mi nombre, cuando termine con todo esto me lo cambio –suaviza la mirada, sonríe esperanzada Magdalena

10.30

-Hay algo que no me deja concentrar- -se remueve en la silla, tapa con un pulgar una narina, inspira con la otra, tapa con el índice ésta última, espira por la primera, cierra y abre los ojos Magda- Está claro: ¡el universo conspira contra mí! –toma unas piedras blancas, las aprieta contra su abdomen, se coloca un colgante con una piedra verde, cierra nuevamente los ojos, musita unas palabras que repite una y otra vez-

-Si querés me voy y vuelvo otro día- – coloca la mochila sobre las rodillas, hurga en ella buscando el celular, mira a Magdalena con disimulo Jesús-

– ¿Qué buscás ahí? ¿Qué tenés? –sueltas las piedras, se abalanza sobre la mochila, abre y cierra cremalleras, saca de un bolsillo un pequeño conejo de peluche- ¿Qué es esto? –levanta por las orejas con dos dedos al conejo y lo bambolea frente a los ojos de Jesús- ¡Te pido que te deshagas de esto ya!

-Pero ¿por qué? –tartamudea, transpira, tiembla Jesús- -corre hacia la calle, busca un conteiner, arroja el conejito, regresa-

– ¡Nunca más traigas objetos extraños a mi casa! ¿De dónde lo sacaste? Estaba cargado de mala energía, todavía se siente esa vibra, tendré que llamar a mamá –jadea, inspira profundamente, espira con lentitud, cierra los ojos Magdalena.

11.30 Mensajes de WhatsApp

-Piojo: no me dejes con la intriga ¿qué pasa?

-Jesús: -no podía agarrar el celular -la madre se parece a Morticia – me sacó del cuarto enojada –ahora la está fluidificando o algo así me dijo -no quieren que mire, pero la puerta no cierra bien y estoy espiando

-Piojo: no entiendo nada man ¿estás bien?

Jesús: Sí, tranqui. -Descubrió el peluche que compré para regalarle -Me obligó a tirarlo -Se puso muy mal -Ahora está sentada y la madre le pasa las manos desde la cabeza a los pies sin tocarla -ahora enciende un sahumerio -desparrama el humo por toda la habitación -ya terminan, te dejo

-Piojo: rajate de ahí amigo

12.30

-Ya está, podés pasar- -sonríe, agarra uno de los brazos de Jesús, acaricia levemente su cabeza- Lo siento, no es tu culpa. Son cosas que pasan, hay que cuidarse todo el tiempo, protegerse, el mal está en todas partes, ¿querés un amuleto?

-Nunca usé, te agradezco- -las mejillas encendidas, las manos transpiradas, piensa en la medallita de Francisco de Asís que su madre le regaló y que duerme en el cajón de la mesa de luz, también en la cinta roja que nunca se puso- Pero si te ayuda en la concentración lo uso, no hay problema

-Sigamos, leo yo si no te molesta- -suaviza la mirada, ofrece un mate Magdalena- Y a vos, ¿te gusta tu nombre?

14.30

-Acordate que a las cinco nos encontramos con la abuela- -frunce el entrecejo, clava la mirada en Magdalena, después en Jesús, coloca un plato con galletitas en el escritorio, Irene-

-Pero mamá, tenemos que estudiar, ¿no podés ir vos sola? –junta las manos en señal de súplica-

– Cuánto hace que la estamos esperando, ¿eh? ¡La última vez no fuiste! Estate lista un rato antes María Magdalena –eleva la voz, enfatiza el nombre completo Irene-

16hs

-Terminamos por hoy –cierra los libros, acomoda el escritorio Magdalena- te acompaño hasta el colectivo, necesito ventilarme un poco

-Qué suerte la tuya aún tener abuela. ¿Cuántos años tiene? –saca el celular de la mochila, mira el número de la parada, consulta el horario de arribo Jesús-

-Tendría, querrás decir. Ya no está en este plano –baja la mirada y luego la eleva hacia el cielo Magda- En un rato la invocaremos y si ella quiere vendrá. Espero que no esté enojada conmigo. Ahí llega tu colectivo.

-Ahh…qué bueno –la besa suavemente en una mejilla, coloca un pie en el estribo, se toca el pecho con la mano izquierda y dice adiós, Jesús-

– ¿Venís mañana a la misma hora? –ojos vidriosos, mirada anhelante, grita Magda- ¡Sin regalos sorpresa! ¿eh?

-Sí, no te preocupes. Ya no habrá cosas raras –dice a través de la ventanilla- mañana vendré con mi medallita y la cinta roja piensa mientras acaricia el amuleto que le ha dado Magda, no sea cosa que…

 

Autora:
Sofía Masnatta

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