Publicado en: 09/03/2024 Alejandro Alvarez Gardiol Comentarios: 0
V. Woolf retratada por su hermana Vanessa

Virginia Woolf (Londres 1882 –Lewes1941) fue una escritora británica, autora de novelascuentos, relatos, cartas, diarios, ensayos, obras teatrales. Experimentando con la estructura temporal y espacial de la narración, perfeccionó en sus novelas el monólogo interior (flujo de conciencia o “stream of conciousness”), procedimiento por el que se intenta representar los pensamientos de un personaje en su forma primigenia, en su fluir inconsciente. Algunas de sus obras más famosas, como La señora Dalloway (1925), Al faro (1927) o Las olas (1931), exhiben este recurso mediante un poderoso lenguaje narrativo en el que se equilibran perfectamente el mundo racional y el irracional. Es considerada una de las más destacadas figuras del modernismo anglosajón del siglo XX y del feminismo internacional. Muy difundido es su breve ensayo Una habitación propia (1929), con la famosa frase “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción”. Fue redescubierta durante la década de 1970 gracias a ese mismo ensayo, uno de los textos más citados del movimiento feminista. Su nombre figura junto con el de James JoyceThomas Mann, Marcel Proust, William Faulkner entre otros grandes renovadores de la novela moderna y fue una de las primeras mujeres en integrar el canon literario universal.

Infancia y juventud 

La joven Adeline Virginia Stephen fue educada en su hogar del número 22 de Hyde Park Gate, Kensington. Recibió clases de profesores particulares y de sus padres. Sir Leslie Stephen, su padre, era editor, crítico y biógrafo, hombre de una gran erudición. Henry JamesGeorge Henry LewesJulia Margaret Cameron (tía de Julia Stephen) y James Russell Lowell —que fue el padrino honorífico de Virginia— se contaban entre los visitantes de la casa. Su madre Julia Stephen provenía de una familia de famosas bellezas que dejaron su impronta en la sociedad victoriana como modelos para los artistas prerrafaelistas y los primeros fotógrafos. Además de estas influencias, estaba la inmensa biblioteca de la casa de los Stephen, de la que Virginia y Vanessa (a diferencia de sus hermanos, que recibieron una educación formal en el Trinity College de Cambridge) aprendieron a leer los clásicos y la literatura inglesa. Se autodefinía como la “hija de un hombre educado”. La expresión quedó plasmada en su obra Tres Guineas, que contiene un mensaje anti patriarcal con el que atacaba la situación de la mujer en la vieja sociedad victoriana. Sus padres habían estado casados previamente y habían enviudado y, en consecuencia, el hogar tenía descendientes de los tres matrimonios. Leslie tenía una hija de su primer matrimonio (Laura Stephen), que fue declarada mentalmente incapaz y vivió con la familia hasta que fue ingresada en un psiquiátrico en 1891. ​Por su lado, Julia tenía tres hijos de su primer esposo: George, Stella y Gerald Duckworth. Leslie y Julia tuvieron otros cuatro hijos juntos (contando a Virginia): Vanessa Stephen, Thoby Stephen y Adrian Stephen. Según sus memorias, los recuerdos más vívidos de su infancia no eran de Londres sino de St Ives en Cornualles, donde la familia pasó sus vacaciones de verano entre 1882 y 1894. La casa de veraneo de los Stephen, “Talland House”, tenía vistas a la playa de Porthminster y al faro de Godrevy. Recuerdos de esas vacaciones familiares e impresiones del paisaje impregnaron la ficción que Woolf escribió en años posteriores, principalmente en Al faro, cuya portada estaría ilustrada por su hermana Vanessa, pintora impresionista.

Creación y locura

¿Cuál es la relación entre creatividad y psicopatología? ¿La inestabilidad mental induce a la actividad creativa, o viceversa?  Este interrogante ha persistido desde la Grecia antigua hasta nuestros días. Aristóteles señalaba que los científicos y los artistas tendían a la melancolía. Freud estudió el vínculo del proceso creativo con la biografía de los artistas. Algunos estudios sobre los estados psicológicos de sujetos creativos sugieren una estrecha relación con los trastornos afectivos, especialmente del espectro bipolar. Destacamos que existen dificultades metodológicas por falta de datos concretos, los análisis son casi siempre retrospectivos y sin evidencia científica sólida. Más aún, algunos diagnósticos podrían restar valor a la esencia de cualquier obra de arte. Con Virginia Woolf existe suficiente material (de sus propios escritos y de sus allegados) para inferir un diagnóstico psiquiátrico y su eventual conexión con la producción literaria. Hoy en día se piensa que padeció un trastorno bipolar con fases depresivas severas. Virginia fue, ante todo, una mujer sutil y sensible, con las contradicciones y ambigüedades propias de su condición de creadora descollante, y feroz contestataria de su tiempo y la literatura inglesa. Conocer la vida o de las ideas de un escritor puede condicionar el placer de una lectura. En el caso de Virginia Woolf existen diversos aspectos que pueden influirnos. Pero como escribe Alberto Manguel (ex director de nuestra Biblioteca Nacional): Todos, todos, hombres, mujeres y jóvenes prodigios, todos seres humanos. Ególatras, mentirosos o lascivos como cualquiera. O no menos que cualquiera. Pero a diferencia de cualquiera son capaces de regalarnos poemas, dibujos o músicas que constituyen piezas únicas. Arte puro para deleite de quien lo requiera.

Con la repentina muerte de su madre, cuando tenía tan solo trece años de edad, y la de su medio hermana Stella dos años después, comenzaron sus primeros trastornos depresivos. La muerte de su padre en 1904 le provocó un ataque severo que requirió hospitalización. ​Sus crisis nerviosas y posteriores períodos recurrentes de depresión, según han sugerido algunos eruditos (incluido su sobrino y biógrafo, Quentin Bell), fueron agravados por los abusos sexuales que ella y su hermana Vanessa padecieron a manos de sus medio hermanos George y Gerald Duckworth. Su biógrafa Hermione Lee escribió que: “Las pruebas son suficientes, pero también lo bastante ambiguas como para posibilitar interpretaciones psico-biográficas contradictorias, con imágenes completamente diferentes de la vida interior de Virginia Woolf”.​ Lo cierto es que lo largo de su vida se vio acosada por periódicos cambios de humor y enfermedades asociadas. Y aunque esta inestabilidad a menudo influyó en su vida familiar y social, su productividad literaria fue muy vasta, brillante y original. Para Borges (a quien debemos una excelente traducción de Orlando) “lo indiscutible es que se trata de una de las inteligencias e imaginaciones más delicadas que ahora ensayan felices experimentos con la novela inglesa”. Victoria Ocampo la conoció y mantuvo con Virginia una fluida correspondencia, gracias a lo cual su nombre y su obra se difundieron por nuestras pampas, así como la de tantos artistas de renombre internacional.

Bloomsbury

Este fascinante medio cultural que se formó alrededor de 1910, ejerció su mayor influencia durante los años veinte y llegó a su fin con la muerte de Virginia Woolf.

Tras la muerte de su padre, Virginia y tres de sus hermanos, Vanessa, Adrian y Thoby, se trasladaron a Bloomsbury, en la zona oeste de Londres. Convertida en centro de reunión para un grupo elitista de intelectuales británicos, por su casa pasaron figuras de la talla del economista John Maynard Keynes, los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, escritores como T. S. Eliot o la líder del movimiento sufragista Emmeline Pankhurst. Todos ellos formaron el grupo conocido como «Círculo de Bloomsbury».

No se trataba de una “escuela” en ningún sentido literario (no existe un estilo o tema común en Bloomsbury). Casi todos sus miembros habían estado en Cambridge y procedían de familias distinguidas de clase media alta; es decir, sin ser aristócratas ni grandes terratenientes, estaban acostumbrados a tener criados eficientes, disfrutar de la buena mesa, del dinero y de los fines de semana en casas de campo. En rebelión contra la retórica y las respuestas convencionales de sus padres victorianos, odiando el dogma, el ritual y las expresiones hipócritas de sentimientos irreales, heredaron, sin embargo, una autodisciplina y un fastidio que hacían imposible el desorden bohemio.Los ideales de Bloomsbury eran la amistad, el arte, la igualdad entre ambos sexos, la homosexualidad y la bisexualidad, eran pacifistas y ecologistas. Por otro eran elitistas y vivían de rentas.

Hubo en el grupo intensas relaciones intelectuales, pero también emotivas y personales. La pintora Dora Carrington y los escritores Gerald Brenan , Lytton Strachey, Henry James (amigo de los padres de Virginia y hermano del famoso psicólogo americano, a quien se atribuye el concepto de flujo o corriente de conciencia, tan presente en la literatura de Virginia Woolf) y E.M. Forster, eran también miembros del selecto medio cultural. En 1912, cuando contaba treinta años, se casó con el escritor Leonard Woolf, economista y miembro también del grupo de Bloomsbury. A pesar de su bajo rango social y económico (Virginia se refirió a Leonard durante su compromiso como un “judío sin un céntimo”) la pareja compartió un lazo muy fuerte. De hecho, en 1937 Woolf escribió en su diario: “Hacer el amor después de 25 años… no podemos tolerar el estar separados… nuestro matrimonio tan completo”. Los dos colaboraron también profesionalmente, fundando juntos en 1917 la célebre editorial Hogarth Press, que editó la obra de la propia Virginia y la de otros relevantes escritores, como Katherine MansfieldT. S. EliotSigmund FreudLaurens van der Post y otros. En 1922 Virginia conoció a la escritora Vita Sackville-West, esposa de Harold Nicolson. Fieles a sus ideales y sentimientos, Virginia y Vita fueron amantes la mayor parte de los años 1920.​​ Después de que acabó su romance, las dos mujeres siguieron siendo amigas. Cada uno de los que integraron tan selecto círculo merece una biografía aparte, y hay cantidad de material bibliogáfico y fílmico de muchos de ellos, protagonistas de una vida “de película”.

Flujo o corriente de conciencia.

Édouard Émile Louis Dujardin (1861-1949) fue un ensayista, novelista, poeta y dramaturgo francés. Han cortado los laureles es considerada como la primera novela que utiliza el monólogo interior como recurso narrativo. Dicha obra fue muy aclamada por el escritor irlandés James Joyce, quien la consideraba como una de sus grandes influencias literarias.

Obras

Su primer trabajo en el campo de la literatura fue con una obra de teatro titulada Melymbrosia, en 1908, que fuera luego la base para Fin de Viaje, su primera novela, en 1915. En 1919 llegó Noche y día, una novela romántica de estilo realista y que se desarrolla a través de cuatro personajes que componen un cuarteto amoroso muy particular, con relaciones cruzadas. En el texto Woolf aborda los cambios sociales experimentados en esos años en Inglaterra, especialmente los que tienen que ver con la situación de la mujer y con los conflictos entre la modernidad y la tradición. En 1921 publica La casa encantada y en 1922 El cuarto de Jacob, la primera gran novela de su editorial HogarthPress. Allí empezó a experimentar un estilo lleno de metáforas y simbolismos, y en el que los personajes adquieren protagonismo a través de sus monólogos interiores. Siguieron La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando (1928), Una habitación propia (1929), Las olas (1921), Flush: una biografía (1933). Su última novela publicada en vida fue Los años, en 1937, sobre la historia de una familia a lo largo de una generación. El año siguiente fue el turno de Tres Guineas, un ensayo en el que continuó con los temas feministas de Una habitación propia y donde también dirigió su mirada al fascismo y la guerra. Entreactos (Sketch), publicado de manera póstuma en 1941, fue la última novela que terminó, pero que no pudo corregir. Como Fin de Viaje, se trata de un escrito penoso, una narración amarga, que pone de manifiesto la inestabilidad y lo difícil de la vida.

Con ocho novelas escritas y más de treinta libros de otros géneros, Virginia Woolf continúa siendo una de las escritoras más influyentes de la literatura y la autora que más revolucionó la narrativa en el siglo XX.

Feminismo

V.Woolf tenía una mirada muy lúcida al respecto. Creía que era necesario que cada vez hubiera más mujeres que escribieran, e incluso hace una apología de las diferencias entre los sexos: “Sería una terrible lástima que las mujeres escribiesen como los hombres, o vivieran como los hombres, o se parecieran físicamente a los hombres, porque dos sexos ya son pocos, dada la vastedad y la variedad del mundo. ¿Cómo nos las arreglaríamos, pues, con uno solo? ¿No debería la educación buscar y fortalecer las más bien las diferencias y no los puntos de semejanza?

Hacia un final

Leonard estaba siempre atento a las distimias de su mujer, vigilando, esperando un nuevo episodio depresivo. “Pozos de desesperación” los llamaba ella, habituada a padecerlos desde muy joven: “La muerte siempre estuvo a flor de piel en la imaginación de Virginia, estaba a medias enamorada de la muerte que todo lo alivia”. El 28 de marzo de 1941 encontró la conocida carta, pero era tarde.

Fragmentos de la carta: “Querido, estoy enloqueciendo otra vez…así que estoy haciendo lo que pareciera ser lo mejor que puedo hacer…las voces han regresado, no puedo escribir … No creo que dos personas hubieran podido ser más felices de lo que hemos sido nosotros…”

En su libro póstumo Entreactos (Sketch) escribe “Me veo como un pez en una corriente, desviado, mantenido en su sitio, pero no puedo describir la corriente”.

Es la fría mañana del 28 de marzo de 1941. Con los bolsillos del abrigo cargados con piedras y una infinita tristeza Virginia se adentra en el río; va a callar las voces que la acechan. Por fin las malignas turbulencias cesarán para siempre bajo las aguas del Ouse. Queda el suave murmullo de la corriente y los obstinados arpegios de Philip Glass. *

 

*Film Las Horas (Stephen Daldry).

 

 

 

 

Autor:
Alejandro Alvarez Gardiol

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