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De la misma forma que convoca y provoca en sus letras, este autor lo hace a quien escarba en su biografia. Carlos Dámaso Martínez (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes) muestra ciertas contradicciones respecto de su nacimiento y nombres, e incluso el propio escritor modificó el día de su nacimiento en algunas de sus autobiografías. Sylvia Saítta, afirma que nació el 26 (no el 2) de abril de 1900, según se especifica en su partida, con el nombre de Roberto Arlt y no como se ha señalado, Roberto Godofredo Christophers Arlt. Su padre, Carlos Arlt, prusiano, hablaba alemán, idioma familiar; su madre, Ekatherine Iobstraibitzer, nacida en Trieste, hablaba italiano.
Arlt contribuye a la confusión, firmando sus primeros textos autobiográficos como Roberto Godofredo Christophersen Arlt, lo cual no coincide con el certificado en el Registro Civil. Y en la constancia escrita de su bautismo, aparece con el nombre de «Roberto Emilio Gofredo Arlt», siendo «Gofredo» posiblemente un error del escribiente parroquial.
Sus padres eran un par de inmigrantes pobres recién llegados al país. Su infancia transcurrió en el barrio porteño de Flores. Fue un niño de carácter nervioso y rebelde, mal alumno e irreverente ante sus maestros, a lo que no ayudó la educación rigurosa de su padre. Tuvo dos hermanas que murieron de tuberculosis, una a temprana edad y la otra, Lila, en 1936.
Arlt contrajo matrimonio por primera vez en Córdoba con Carmen Antinucci, en 1922; un año después nació su primera hija, Mirta Arlt, quien se convertiría en su albacea. En 1940 enviudó, y ese mismo año contrae segundas nupcias con Elisabeth Mary Shine el 25 de mayo de 1940 en Pando, Uruguay, con quien tendría un hijo que no llegó a conocer, también llamado Roberto.
Saítta, señala que aunque repite tercer grado no es expulsado de la escuela como el propio Arlt llega a decir. Se conoce que concluye el quinto grado, en esa época último año de la primaria. Termina esos estudios cuando ya es un adolescente, a la edad de 14 años.
La familia de Arlt vive en condiciones económicas difíciles. Su padre era una persona violenta y amiga de los castigos corporales, de manera que cuando la situación se vuelve demasiado tensa, Arlt es echado de su casa.
Cuenta su hija Mirta que “Remo Erdosain-Roberto Arlt, son extraños en todas partes, la escuela los matiriza, sus padres se vuelven feroces con ellos, y el hijo siente esa ferocidad como implacable. Dios no lo quiere, no proyecta sobre él su misericordia”.
Realiza diversos trabajos para subsistir: dependiente en una librería, en un taller mecánico, en el puerto, en una fábrica de ladrillos y a veces realiza tareas de pintor, como él mismo lo cuenta en una de sus aguafuertes en el diario El Mundo. Más tarde es excluido de la Escuela de Mecánica de la Armada; demasiada imaginación es su nueva culpa.
INICIACIÓN EN EL PERIODISMO Y LAS LETRAS. Viajes y Una camara kodaK
El Arlt adolescente frecuenta las librerías de su barrio. La de los hermanos Juan Antonio y Carlos Pellerano, la llamada «La Linterna» de Ángel Luppo y la de Ángel José Pariente. Le apasionan los folletines, los manuales técnicos, de divulgación científica y los libros de ciencias ocultas. Es un asiduo concurrente a una Biblioteca Anarquista, al Centro Cultural Florencio Sánchez y asiste a tertulias literarias barriales, en una de las cuales le presentan hacia 1916 a Conrado Nalé Roxlo, quien será su amigo intelectual durante muchos años.
Por estos años sus lecturas son los diversos tomos del folletín de Pierre-Alexis Ponson du Terrail, Las hazañas de Rocambole, Baudelaire, Verlaine, Carrere. La influencia de esos autores se reconoce en el personaje Silvio Astier en su primera novela El juguete rabioso, en 1926.
Anteriormente, siempre dentro de la cultura barrial, Arlt publicó su primer cuento, titulado «Jehová» en la Revista Popular (1918) y, al poco tiempo, un ensayo literario titulado Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires, en Tribuna Libre (1920). Éste último es considerado en la edición como «ensayo ficcional» y lo firma con el nombre de Roberto Godofredo Arlt.
También se publicaron sus Aguafuertes porteñas y tras su viaje a España, en 1936, las Aguafuertes españolas.
En 1922, se inició en el periodismo escribiendo en Patria, que pertenecía a la Liga Patriótica Argentina, organización paramilitar, católica y ultraderechista, por lo que poco duró su colaboración.
Más adelante escribiría para Izquierda, Extrema Izquierda y Ultima Hora. Comenzó en esta época a participar en la revista Mundo Argentino. Llegó a ser periodista destacado y en 1924 ya era redactor de los diarios El Mundo, Crítica y La Nación.
En enero de 1926 Roberto Arlt comienza a colaborar de un modo estable en la revista Don Goyo. El director de la publicación es su amigo Conrado Nalé Roxlo. La revista sigue el modelo de Caras y Caretas. Los textos de Arlt son narraciones breves, escritas en primera persona, con fuerte presencia de elementos autobiográficos y de algún modo vienen a ser algo así como los antecedentes de sus famosas aguafuertes del diario El Mundo.
Como otros escritores de la época, Roberto Arlt entra en 1927 como cronista de la sección policial en la redacción del diario Crítica.
En 1928 pasa a la redacción del diario El Mundo, y, bajo la dirección de Carlos Muzio Sáenz Peña, Arlt comenzará a escribir la sección «Aguafuertes Porteñas». Es uno de los pocos periodistas que firma con su nombre la columna. La agudeza y la imaginación de sus comentarios cotidianos lo harán en poco tiempo un periodista profesional de bien cotizada fama.
Sus aguafuertes tratan los temas candentes de la situación social y política de la época. En 1936 su columna alcanza gran popularidad cuando denuncia las carencias de los hospitales municipales. Arlt dialoga con sus lectores, contesta sus cartas y es un interlocutor en sus comentarios de cada día. Se convierte en una especie de fiscal popular; denuncia, investiga y da sus opiniones en los debates de actualidad. Una serie de sus aguafuertes comenta los sucesos del golpe militar encabezado por Uriburu en 1930. En estos textos, pone al desnudo la corrupción política, el oportunismo y los viejos vicios de la política
En el mismo diario El Mundo, va a escribir sus crónicas de viajes. De sus giras por el norte y el sur del país, por Uruguay, Brasil y luego por España y África quedarán sus impresiones de gran observador, retratadas tanto en papel como por su máquina Kodak. Las Aguafuertes españolas son uno de los testimonios más logrados de esa actividad de escritor viajero. Realiza un enfoque distinto, admira por un lado esa cultura de la otredad, y por otro, ensaya una reflexión crítica de la vida social en sus crónicas de viaje destacando cómo sus habitantes son víctimas del sistema colonial capitalista.
Hacia finales de la década de 1930 escribe también en El Mundo crónicas y comentarios periodísticos. Después de haber publicado sus notas en una sección que llama Tiempos Presentes pasa a expresar su preocupación por el ascenso del nazismo y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Arlt le debe al periodismo la posibilidad de ser reconocido públicamente como escritor. En las décadas del 20 y el 30, los escritores ocupan un lugar de cierto protagonismo en la sociedad que se expresa en la prensa escrita. En una de sus aguafuertes, reflexiona sobre las condiciones del buen periodista y afirma que para ser buen periodista es necesario ser buen escritor.
Entre 1941 y 1942 vivió en Chile, desde donde enviaba colaboraciones para el diario El Mundo de Buenos Aires.
Muere el 26 de julio de 1942, en Buenos Aires a causa de un infarto. Sus restos fueron incinerados en el Cementerio de la Chacarita y sus cenizas esparcidas en el río Paraná. En la ceremonia de despedida habló el escritor Nicolás Olivari, y el poeta Horacio Rega Molina leyó un poema. Al día siguiente el diario El Mundo publicó la última de sus famosas aguafuertes: «Un paisaje en las nubes». El suceso no sonó en los diarios porque entre las noticias se encontraba el desagravio a Jorge Luis Borges, por entonces relegado del Premio Nacional de Literatura.
Mientras estuvo viva, su hija Mirta Arlt (fruto de su primer matrimonio) manejó el legado del escritor hasta su fallecimiento en 2014.
LA VIDA PUERCA QUE NO PUDO SER. INCLINACIÓN POLÍTICA.
En 1926 escribió su primera novela: El juguete rabioso, a la cual le iba a poner inicialmente como título La vida puerca, pero en esa época Arlt era amigo de Ricardo Güiraldes (al que dedicó su libro), quien le sugirió que el nombre original sería demasiado tosco para los lectores de ese tiempo.
El juguete rabioso se edita en un un año especial para la literatura argentina, porque se publican varios libros significativos, entre ellos Los desterrados de Horacio Quiroga y la novela Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes.
En 1929 la editorial Claridad publica su segunda novela, Los siete locos. Sus cuentos se publican en El Hogar, Metrópolis, Azul, mientras sus aguafuertes ya son famosas. En 1930 se vincula con la Liga Antiimperialista contra Uriburu, también firmará el manifiesto por la creación de un sindicato de escritores revolucionarios. En 1931 aparece Los lanzallamas, segunda y última parte de Los siete locos. Un año después aparece su última novela, El amor brujo.
UN ESTILO QUE INCOMODA. REPUDIO Y REIVINDICACION.
Roberto Arlt rompe en forma permanente con lo que está permitido, transgrede a conciencia. Convoca. Incomoda con ganas.
Fue uno de los pocos escritores destacados en los comienzos del siglo XX proveniente de la clase media de escasos recursos económicos, educado en la escuela pública y de formación prácticamente autodidacta. Su territorio es el del barrio de Flores, las tertulias, las bibliotecas públicas, socialistas, anarquistas, los centros de cultura barrial, el periodismo y las publicaciones populares.
En sus inicios como escritor, sus lecturas son muy diferentes a las de otros narradores argentinos de su generación. No tiene la formación europea, de clase alta o ilustrada de Borges, Bioy Casares o los colaboradores de la revista Martín Fierro o Sur. Arlt vivió para escribir y escribió para vivir, a su manera, con una notable facilidad pictórica y una fantasía sórdida y despiadada. Sin la estética modernista imperante, se lo acusó de “descuidado”, lo que contrastó con la literatura argentina del siglo XX.
Sufrió el desdén de los martinfierristas, representantes de un arte minoritario y europeizado, jóvenes cultos que parecían detentar los derechos a la tradición literaria.
Posteriormente, y con justicia literaria, fue reconocido y referente en la literatura argentina. Para Abelardo Castillo, Arlt es una lectura obligada, pues redefinió lo temático y lo lingüístico y la relación artista-época. Otros, como Guillermo Saccomanno, lo colocan a la altura de Domingo F. Sarmiento, Lucio V. Mansilla, Julio Cortázar (el primero en reivindicar su obra) y Rodolfo Walsh, algunos de los cuales confesaron su admiración por el autor. Para Ricardo Piglia, Arlt inauguró la novela moderna argentina, con su estilística nueva.
A aquéllos reconocimientos, se suman posteriormente los estudios de David Viñas, Adolfo Prieto, Noé Jitrik, Beatriz Sarlo, Sylvia Saítta y muchos críticos más que dan cuenta de la originalidad y la excepcionalidad de su poética narrativa.
Es que en sus relatos se describen de modo descarnado e intenso las bajezas y grandezas de personajes inmersos en ambientes indolentes. Así retrata la otra Argentina, no la de las clases bienpensantes sino la de los recién llegados, la de los inmigrantes que llegaron a a nuestro país a “hacer la América” y se encontraron con una Buenos Aires sórdida, sin lograr insertarse en un medio regido por la desigualdad y la opresión. Sociológicamente, su escritura es una estampa maravillosa del sufrimiento del inmigrante.
Actualmente es considerado como el primer autor moderno de la República Argentina. Escritores como Piglia, Aira y Bolaño son herederos directos de algunas de sus búsquedas literarias. Del mismo modo, Cortázar lo consideró su maestro.
¿UN GRAN INVENTOR?
Arlt buscó constantemente hacerse rico como inventor, con singular fracaso.
La invención es un tema recurrente en sus cuentos y novelas. Por ejemplo, en Los siete locos, Erdosain entusiasma a la familia de los Espila para que se dediquen a la invención: ¿el objetivo?… una rosa de cobre.
Resalta Dámaso Martínez, otros sueños: puntillas de oro, visillos de plata, gasas de cobre, y hasta un proyecto de corbata metálica. “Pondremos una tintorería de perros y venderemos perros teñidos de verde, de azul, de amarillo y de violeta… Ya ven ideas me sobran… Ustedes van a salir de esta horrible miseria”.
Arlt registra, en 1934, la fórmula (patente n.º 42.050) para fabricar medias en las que no se corrieran los puntos de su malla. Cuando viaja a España en 1935, intenta promocionar su proyecto sin ningún resultado positivo.
Años después, vuelve a insistir con este invento y en 1941 instala un taller en Lanús. Su socio es Pascual Nacaratti, actor del Teatro del Pueblo. En una carta a su hija Mirta, Arlt se refiere también a su invento que ha vuelto a patentar (12 de enero de 1942).
EL TEATRO, OTRA PASIÓN
A partir de la década de 1930 incursionó en el teatro y en la última etapa de su vida solo escribió en este género, estrenando sus obras fundamentalmente en el Teatro del Pueblo, dirigido por Leónidas Barletta. Rompió con el realismo y abordó los problemas de la alienación a través del desdoblamiento de la escena. Solo El fabricante de fantasmas se estrenó en el circuito comercial, siendo un gran fracaso.
ESTILO ARLT, MARCA REGISTRADA
Ya se habló del lugar desde el que escribe, vamos ahora por los temas recurrentes: la locura, la marginalidad, la humillación, la conspiración política, la traición, la invención técnica, que no sólo pueden encontrarse en sus novelas, sino también en sus cuentos, aguafuertes y piezas teatrales. Atraviezan sin piedad su obra y su vida.
Quedará a criterio del lector la respuesta sobre si los personajes de Los siete locos son realmente locos. Es imposible no identificarse aunque sea someramente con alguno de ellos, entonces ¿qué es la cordura?, ¿la locura?.
“Ningún genio fue grande sin un toque de locura” decía Séneca.
Leer a Arlt es un redescubrimiento personal.
Y QUE LOS EUNUCOS BUFEN
Al publicar “Los lanzallamas”, escribe a manera de prólogo, sus “Palabras del autor”. En este texto les contesta a sus detractores que lo acusan de escribir mal, estableciendo una diferencia entre su perfil de escritor periodista, con poco tiempo para escribir y quienes por su situación de clase y nivel económico tienen mucho tiempo para hacerlo. Casi como un desafío afirma allí sus famosas palabras con que define a su poética literaria: El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un «cross» a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y «que los eunucos bufen».
“Los lanzallamas” no tiene un gran éxito, pese al reconocimiento ya ganado con sus libros anteriores. Probablemente, como señala Saítta, de algún modo su prólogo sea la causante de algunas críticas que le responden y cuestionan sus opiniones manifestadas en ese texto.
ARLT POR ARLT
Autor: Mercedes Andrada