Publicado en: 08/02/2025 Cristina Girardo Comentarios: 0

El presente ensayo se centra en el uso de alegorías y metáforas como recursos literarios y artísticos en la narrativa de Ernest Hemingway (1899-1961) y J. D. Salinger (1919-2010), destacando el talento de ambos autores para conferir mayor expresividad a sus obras. Estos dos escritores estadounidenses nos han habituado, a través de sus cuentos y novelas, a comunicar profundos significados con un lenguaje conciso, evidenciando un estilo literario que, a pesar de su aparente simplicidad y una admirable economía del lenguaje, abunda en capas de significado sutiles y una intensa carga emocional.

Ambos escritores consiguen transmitir experiencias desgarradoras, tales como los horrores de la guerra: violencia, muerte, alienación y desilusión, en fin, realidades complejas que resulta difícil narrar, ya que implican la transmisión de emociones intrincadas como el dolor, la tristeza y el desconcierto. Hemingway, con una narrativa marcada por su estilo periodístico, desarrolla una forma de expresión austera y directa, mientras que Salinger, con un enfoque más introspectivo y personal, captura las complejidades emocionales de la vida cotidiana.

A lo largo de su producción literaria, ambos autores emplean la fuerza de la alegoría y la metáfora como recursos estilísticos que otorgan una rica sencillez a sus narrativas. Esta afirmación puede evidenciarse al analizar algunas de sus obras clave.

La novela de Hemingway Por quién doblan las campanas se presenta como una alegoría de la historia de España. Esta emblemática obra llevó al autor a involucrarse con la Alianza de Intelectuales Antifascistas, en particular con Rafael Alberti, quien le proporcionó una comprensión más íntima de la lucha antifascista. Alberti, como figura prominente de la Generación del 27, tenía una inclinación por el uso de símbolos y metáforas para expresar temas políticos y sociales. Influenciado por esta tradición, Hemingway adoptó una técnica similar en su novela, utilizando eventos y personajes como representaciones alegóricas de conflictos más amplios, como la lucha entre la libertad y el fascismo. El título Por quién doblan las campanas hace alusión al poema de John Donne, pero también refleja un eco simbólico de la unión colectiva frente a la tragedia, algo muy alineado con el espíritu de la Alianza Antifascista.

 

Es bien conocido el amor de Hemingway por España, tanto como la censura desatada durante la guerra civil. Las atrocidades cometidas por el franquismo durante esos años han quedado registradas en varios documentos y libros. A propósito sabemos que la brutal matanza perpetrada en Badajoz servirá de inspiración a Hemingway para escribir el capítulo diez de Por quien doblan las campanas. Para escribir este capítulo Hemingway referencia un artículo publicado por Jay Allen, de 1936 en Chicago Tribune. La influencia de este artículo sobre el autor resalta el estrecho vínculo entre el trabajo periodístico de Hemingway y su producción literaria. Así como Allen utilizó el periodismo para documentar los horrores de la guerra, Hemingway trasladó esa misma urgencia a la ficción, transformando los hechos históricos en una narrativa que mezclaba lo personal con lo político. Allen en su artículo describe los exterminios realizados por los fascitas en la plaza mayor de Bajadoz y el asesinato en la plaza de toros de esa misma ciudad. En cambio, Hemingway apela a una alegoría en su libro, combinando las dos masacres descritas por Allen, ya que los personajes improvisan una plaza de toros en la plaza mayor donde matan a los fascistas como si fueran toros.  Ambos escritores eran partidarios de la República, defensores internacionales de la misma, pensaban igual respecto a las brutalidades cometidas en la masacre de Bajadoz.

 

Rescato un  trabajo del investigador Douglas Edward La Prade (2005) dónde enfatiza cómo Por quien doblan las campanas encierra semejanzas con una obra alegórica de Alberti, Numancia. En la novela los personajes viven en un estado de asedio en la sierra mientras esperan al enemigo, al igual que los iberos resistían a los romanos desde el cerro de Numancia. Otra similitud es que ambos textos incluyen un personaje que es la personificación de un río. Hemingway hace una comparación directa entre el nombre del protagonista, Robert Jordan, y el río Jordán. Es decir, Robert Jordán es la personificación del río bíblico que separa a la gente elegida de la tierra Prometida.

 

Simboliza cómo su lucha no es sólo personal sino que representa una búsqueda colectiva por la libertad y la identidad. La resistencia de la sierra, paralela a la historia de Numancia, encarna la determinación del pueblo español frente a la opresión. La plaza de toros como escenario de la violencia resalta la brutalidad de la guerra, transformando la masacre en un acto simbólico que critica la cultura de la violencia.

 

Es interesante observar cómo Hemingway utilizó alegorías en su obra para transmitir mensajes profundos sobre la cultura española y su lucha contra el fascismo. Al alinearse con los parámetros de Alberti, pudo hacer una crítica social y política mientras defendía un legado cultural muy valioso. Esto resalta la importancia de la literatura como herramienta de resistencia y reflexión en tiempos de crisis.

 

En la misma obra se encuentran otras tantas alegorías, entre ellas se destaca la de la cueva de Platón y la influencia griega en España. En el cuarto capítulo siempre en la obra Por quién doblan las campanas Hemingway explica la escencia de la verdad (alegoría del libro siete de la República) es decir la limitación humana para comprender la verdad absoluta y cómo los personajes, atrapados en su propia realidad, luchan por descubrir una verdad más profunda en medio del caos de la guerrra.

 

La obra le serviría a Hemingway para advertir a sus lectores ingleses y norteamericanos lo que significaba el fascismo, por eso hará uso de alusiones también inglesas para ser aún más claro en su mensaje. Por quién doblan las campanas es una obra universal, su autor se esfuerza por buscar la verdad en un mundo caótico amenazado con terminar con la cultura y los valores.

 

Su estilo simple y directo contrasta con la complejidad de los temas tratados, y el simbolismo permite múltiples interpretaciones y resonancia emocional.

 

  1. D. Salinger y su obra El guardián entre el centeno

 

Salinger a lo largo de toda su obra presenta una construcción literaria refinada, y nos deja entrever una gran maestría narrativa. El uso de las metáforas, es uno de los recursos destacable de la novela. Ya el título resulta especialmente sugestivo, por una parte alude a un poema de Richard Burns, del cual una de las frases es: «Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando van entre el centeno», por otra en un momento de la novela, Holden oye a un niño cantando esta parte del poema, y tiempo después, conversando con su hermana Phoebe, le cuenta a qué querría dedicarse si pudiese:

 

«Bueno, pues muchas veces me imagino que hay un montón de críos jugando a algo en un campo de centeno y todo eso. Son miles de críos y no hay nadie cerca, quiero decir que no hay nadie mayor, sólo yo. Estoy de pie, al borde de un precipicio de locos. Y lo que tengo que hacer es agarrar a todo el que se acerque al precipicio, quiero decir que si van corriendo sin mirar adónde van, yo tengo que salir de donde esté y agarrarlos. Eso es lo que haría todo el tiempo. Sería el guardián entre el centeno y todo eso». (Salinger, 2010: 230-231).

 

Otra metáfora cautivadora tiene que ver con los patos de Central Park. Cuando Holden plantea la siguiente cuestión:

 

«Vivo en Nueva York y pensé en el lago que hay en Central Park, cerca de Central Park South. Me pregunté si estaría helado cuando llegara a casa, y, si lo estaba, adónde irían los patos. Me pregunté adónde irían los patos cuando el lago se helaba y la superficie del agua se congelaba. Me pregunté si vendría un hombre a recogerlos en un camión para llevarlos a un zoológico o algo así. O si sólo se irían ellos a algún sitio volando» (Salinger, 2010: 26).

 

La preocupación de Holden por el porvenir de esos patos lo lleva a hacerle la pregunta al taxista, y nos remite a la más conocida y aceptada de todas las interpretaciones, que los patos hacen referencia a las cosas de la vida que se van. Holden manifiesta temor, duda si los patos volverán cuando el invierno termine o si se marcharon para jamás regresar. Se nos muestra de manera sutil el temor y el desencanto del protagonista por la pérdida de la inocencia y el ingreso al mundo de los adultos, lleno de apariencias y falsedades en contraposición a todo lo inocente que hay en los niños. Queda entendido que en el mundo de los niños no existe falsedad o convención social estúpida. Por eso los niños corren a toda velocidad, hacia el precipicio que representa el acto de crecer, la pérdida de inocencia y la consecuente conversión en adultos.  Las metáforas en El guardián entre el centeno sirven como puentes emocionales entre el lector y Holden el protagonista. Al usar metáforas como la de los patos en Central Park, Salinger permite al lector conectar con las preocupaciones y el sentido de pérdida de Holden de una manera más visceral y comprensible. Estas imágenes evocadoras permiten que el lector no solo interprete los sentimientos del personaje, sino que también los sienta, aumentando así la empatía hacia él. La metáfora del campo de centeno, por ejemplo, resalta el deseo de Holden de proteger la inocencia, un tema que resuena profundamente con muchos lectores que han experimentado la transición a la adultez.

 

En la lectura de El guardián entre el centeno, algunos lectores podemos encontrar confuso el uso del lenguaje coloquial y las expresiones juveniles propias de la época en la que fue escrita. Salinger utiliza el lenguaje para reflejar la perspectiva adolescente de Holden, lo que incluye jerga y modismos que pueden parecer extraños o anticuados para los lectores de esta época. Sin embargo, este uso del lenguaje también aporta autenticidad y profundidad al personaje, ayudando a transmitir sus emociones y pensamientos de manera más directa.

 

La metáfora de «las patinatas en hielo» que Holden menciona en varias partes de la novela podría interpretarse como una imagen de su vida: sin dirección, resbaladiza y fuera de su control. Otros símbolos significativos enriquecen el texto. El sombrero de caza de Holden, representa su deseo de protegerse y crear una barrera entre él y el mundo que lo rodea. También simboliza su lucha con la identidad y la búsqueda de un lugar donde pertenecer. Otro símbolo importante es el museo de Historia Natural, que representa la estabilidad y la inmutabilidad en un mundo cambiante. Holden anhela un lugar dónde las cosas no cambien, contrastando con su propia vida llena de incertidumbre. Finalmente, el piano de su hermano D.B. simboliza la pérdida de autenticidad en la vida adulta y el deseo de Holden de mantener su conexión con el arte y la inocencia.

Finalizo este texto convencida de que las alegorías usadas por ambos autores nos han ofrecido y transmitido significados históricos y críticas sociales o morales así como las metáforas nos han ayudado a interpretar ideas abstractas de manera más tangible y visual. En conjunto, estas técnicas literarias no solo embellecen el lenguaje, sino que también fomentan una conexión emocional más fuerte entre el lector y el texto.

Bibliografía consultada

Douglas Edward La Prade (2005) Censura y represión de Hemingway en España. Biblioteca Javier Coy d`estudis nord-americans. Departament de Filología Angles y Alemanya. Universitat de Valencia.

Salinger; Jerome (2010) El guardián entre el centeno. Alianza Editorial. Marid@.

Ortiz Padilla Y. “Exámen de metáforas”. [en línea] Hesperia. Anuario de filología hispánica. 2008, No 11, 1, p. 45-78. ISSN 1139-3181. [ref. de 2 de junio de 2012]. Disponible en: <http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2722460>

 

 

 

 

Autora:
Cristina Girardo

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