Audio – Fragmento – La Señora Dalloway
Fragmento de La Señora Dalloway Autora: Alejandra Sánchez
Fragmento de La Señora Dalloway Autora: Alejandra Sánchez
…algo está ocurriendo y no sabes lo que es ¿no es así, Mr.Jones? (Bob Dylan)* Ya debe ser hora, piensa Jones y abre los ojos después de una noche inquieta. Es tiempo de salir de la cama, será mejor que me levante, pero permanece acostado con los ojos cerrados. Lo ha estado despertando un dolorcito, no es la primera vez, nada importante, seguramente una mala postura, y sigue quieto boca arriba. Abre los ojos y piensa que debería al menos echar una mirada al reloj despertador, aunque sería mejor conectar el celular con una canción, alguna por la que valga la pena despabilarse, una música tan hermosa que lo saque a uno de la cama y lo ponga a vivir como Dios manda. Y mientras imagina la melodía ideal, una sucesión de acordes menores resuena en su cabeza por detrás…
Lo miro. Desde esta mañana temprano que lo miro. De hecho, apenas me levanté comencé a vigilarlo. A vigilarlo, sí. No podría llamarle de otra manera. Es que hoy tiene que ser el día. Hoy tiene que sonar. Claro que ya son las diez y continúo esperando. Me estoy poniendo impaciente. Tal vez sea mejor que me prepare un café. Desayunar algo, matizar la espera. Voy hasta la cocina, llevo conmigo el teléfono. Gran invento éste, el de los inalámbricos, digo. Celulares no, no la voy con los celulares, por eso no se lo di. Me hacen sentir perseguido los celulares. Aunque, tal vez, debí dárselo. Y bueno, ya fue. Estoy atado a este aparato de mierda hasta que llame. Veo los platos sucios de anoche sumergidos en la pileta. Se siente el olor a grasa, se me va a…
¡Parece increíble! Repetía Sandrigo una y otra vez, ¡como si fuera una pesadilla contada por alguien! decía mirando al cielo en busca de una respuesta a algo que ya no tenía vuelta atrás. Consciente de la continuidad de la vida y lo irreversible del hecho, se sentó en la vereda del bar de en frente de su oficina y pidió, como todos los mediodías, un aperitivo con soda y limón, pero esta vez les aclaró que lo quería muy cargado. Meditabundo mientras revolvía con cierta lentitud su trago, sumergiendo lúdicamente los hielos junto a un trozo de limón, pensaba con un perturbador estado de incertidumbre, en cuánto haría que su mujer ya estaba con la persona por la cual lo había dejado y comenzaba a atar cabos, muchas cosas no le cerraban, mejor dicho se estaba dando cuenta de que…
Clava el tenedor en la porción de torta calculando la medida del bocado. Que no sea demasiado grande. Ni tan pequeño, para llegar a masticarlo las veintitrés veces. ¿Veintitrés veces? ¿A quién se le ocurre? Lo leyó en un artículo, de los cientos que lee para incorporar hábitos saludables. Cuenta uno, dos, tres… traga. Imposible. Vuelve a intentarlo. Uno, dos, tres, cuatro… Salió lindo el cumple de Feli, se dice. No le falló ninguno de sus amigos. Qué alegría tenía. Inés pone tanto esmero en organizar cada cumpleaños de su hijo que pareciera acercarse el fin del mundo para esa fecha. La alivia que ya haya pasado. Ahora va a ocuparse de todo lo que postergó. Súbitamente siente un intenso sabor amargo. Mastica y traga con vigor mientras revisa los mensajes. Tiene dos llamadas más de Ernesto. ¡Qué pesado! La…
A las cuatro y diez de la mañana del que podría ser el último día de tu vida, volvés a mirar el reloj. Toda vos en una punzada filosa que te atraviesa por completo. Armando duerme en la cama de al lado. Lo adivinás un largo rato en la penumbra de la habitación, preguntándote cómo hará para seguir. Triste, seguro. Te necesita. Pero también con ese alivio que no se confiesa. Y más tarde, un resto de futuro, ojalá. La sensata luz del día se empieza a colar por la persiana y marca renglones en la pared. No sabés con qué podrías llenarlos. Tu tiza hoy sólo escribe palabras molestas, incorrectas. Lo que se piensa y no se dice, barramos debajo de la alfombra. Todo prolijito. Antes hubieras saltado de la cama a dibujar corcheas, fusas, esa canción. Con fibra…