La placita
“…Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en que los niños no caigan a él. Si corren y no ven adonde van debo salir de alguna parte y atraparlos…” J.D.Salinger – El guardián del centeno. Al atravesar la verja de hierro, salpicada por algunas manchas de óxido entre las incontables capas de pintura que se habían acumulado a través de los años, los fuertes rayos del sol de la mañana hirieron mi vista. Avancé algunos pasos entrecerrando los ojos, el brillante resplandor desdibujaba los verdes contornos de la placita sumiéndolos en una especie de vibración luminosa. El sopor de haber pasado la complicada noche en vela se iba desvaneciendo lentamente dejándome el agrio gusto de la angustia. Traté de centrar mis pensamientos aunque sea por algunos momentos en la brisa tenue y perfumada de la primavera…